
Facultad de Arquitectura de la UANL: Vuelve a la presencialidad sin pagar a los maestros de asignatura y con su espacio físico sin las condiciones óptimas
No se puede enseñar a leer sin dar qué leer
José Vasconcelos
La Facultad de Arquitectura de la UANL volvió a la presencialidad con más sin sabores de los mencionados en los artículos anteriores. La última vez que los maestros de asignatura recibimos ingresos fue el día 17 de diciembre. Es verdad que la segunda quincena de ese mes ahí nos fue incluida, pero la realidad es que los gastos de fin de año y la cuesta de enero se resiente mucho, pues no ha habido más pagos desde entonces a la fecha (24 de febrero). Por esta razón, muchos nos hemos visto obligados a pedir préstamos o endeudarnos con las tarjetas de crédito para cubrir nuestros gastos básicos, así como los generados al realizar nuestras clases virtuales (luz, computadoras e internet) y al volver al modo presencial (transporte, alimentos, ropa, entre otros). Esto traerá como consecuencia intereses bancarios de los que la universidad no se hará responsable y, por si fuera poco, nuestro primer pago del año no incluirá enero, pues nos hicieron firmar el contrato actual con arranque oficial en el 1ero de febrero, sin retroactivo, a pesar de haber iniciado clases dos semanas antes, el día 17. Esto es abiertamente un robo del salario de los profesores “por disposición de Rectoría”, según las afirmaciones de los funcionarios de FARQ. Recordemos que en semestres anteriores y en los momentos más vulnerables en que nos encontrábamos por la pandemia, fueron eliminadas sin justificación algunas semanas de nuestro salario con el que habíamos contado desde hacía muchos años como empleados de la UANL y ahora nos han robado aún más, presentando el argumento “se les va a compensar con una quincena más en junio”, ¡pero antes de la pandemia nos pagaban las 26 quincenas del año! Ante nuestros genuinos cuestionamientos, la respuesta es siempre la misma: “son órdenes del rector”. Señor rector: ¿usted realmente ordenó que nos quitaran los pagos que siempre nos habían dado? ¿Esta injusticia a los docentes de asignatura es su voluntad?
Pese a lo anterior, la mayoría de nosotros regresamos a la “normalidad” el 14 de febrero, según el modelo que nos fue asignado: en línea, presencial o ambos. Nos encontramos con muchas sorpresas:
• Las instalaciones de la facultad están muy venidas a menos. En los espacios comunes los plafones están dañados.
• Los salones sin mayor mantenimiento y con puertas cayéndose. Muchas ventanas no se podían abrir. No se tomaron ni la molestia de limpiar el polvo de las mesas. Los bancos y los restiradores no son suficientes para todo el alumnado que fue citado.
• Los jardines están abandonados y los espacios en general se encuentran sucios.
• El internet débil y sin alcance en todas las aulas ni áreas de la facultad, incluso en el nuevo edificio de posgrado, donde no han habilitado este servicio.
• Antes de la pandemia había una computadora por cada salón, para que los profesores pudieran dar sus clases. Hoy hay solo siete salones con este equipo, en diversos grados de eficiencia/ obsolescencia. La facultad solo cuenta con una laptop para préstamo durante clases, pero antes de la pandemia contaban con varias. ¿Qué hicieron con el resto? ¿Dónde están?
• Para dar las clases, antes de la pandemia, se prestaban también proyectores, de los cuales solo dos estaban en buenas condiciones y con el resto se hacía lo que se podía. Hoy sigue este mismo equipo.
La falta de inversión en adecuar la facultad para el regreso a clases es evidente. Se colocó un termómetro, un dispensador de gel y algunos plásticos separadores en las áreas de atención al público. Pero este supuesto control sanitario es solo ficción, pues se puede entrar a la facultad por más de tres caminos distintos en la parte trasera y del lado de la cafetería sin que nada ni nadie controle ese paso. En cuanto a las aulas, solo muy pocas cuentan con cámaras para las clases híbridas. Si se quería que fueran realizadas híbridas tal como se anunció, los maestros tendrían que llevar sus propios equipos y en algunos casos pagar sus propios datos de internet. Y esto no puede ser. En la realidad, el modelo “híbrido” solo fue un lindo discurso para quedar bien en la foto del primer día.
Respecto al problema de sobrepoblación y hacinamiento (algo que, en realidad ha venido sucediendo desde hace muchos años antes) la estrategia tomada fue el regreso del alumnado a modo presencial en un 40% aproximadamente, teniendo así las materias teóricas en modo virtual y algunas prácticas en modo presencial. Desde el principio del semestre se nos informó que para nuestra seguridad se nos asignaría un salón por maestro y no uno para cuatro como es habitual desde hace años. Pero al llegar nos damos cuenta que nuevamente se trataba de un engaño ya que las instrucciones eran que por la pandemia “solo” serán dos grupos por aula lo que suman más de 40 personas en espacios que por falta de mantenimiento tienen el 75% de las ventanas averiadas y sin poder abrirse. Solo unos cuantos maestros afortunados tienen un salón para ellos solos (¿es favoritismo o solo buena suerte?).
Tampoco se previó que existen docentes que imparten tanto asignaturas prácticas como teóricas a los que se les asignó una materia en línea seguida inmediatamente de una presencial o viceversa. La Facultad “olvidó” adaptar sus instalaciones para que los maestros pudieran cumplir con sus clases virtuales desde algún lugar de la escuela. Al preguntar no siempre se recibe respuesta, las vías de comunicación son nulas y muchos maestros han tenido que resolverlo como han podido, ya sea impartiendo todas sus materias virtualmente o bien haciendo “magia” para impartir ambas. Cabe mencionar que el único comunicado recibido para volver a las aulas ha sido el emitido por la rectoría en el que se deja al maestro como el encargado de informar a los alumnos sobre la obligatoriedad de regresar a modo presencial. No se ha recibido ningún comunicado de parte de la dirección de la facultad, por lo que los maestros como siempre seguiremos adivinando el rumbo que debemos tomar y “ser creativos”, como dicen que tenemos que ser. Es claro que, en realidad, por ahora, no hay ni puede haber condiciones para lo que oficialmente está dispuesto, pero también que nadie va a poner por escrito lo que termina haciéndose evidente: que cada maestro negocie su situación particular con sus alumnos. El objetivo es que “la ropa sucia se lave en casa”, que todo esto no llegue al conocimiento de la opinión pública.
Más allá de todas las frustraciones y decepciones que nos produce esta situación en nuestra labor docente, así como en el aprendizaje de los estudiantes, nos preguntamos: ¿Dónde se están invirtiendo los presupuestos de la universidad y la facultad? ¿Dónde está el monto de los salarios tomados a los profesores de asignatura en estos tres años? ¿Qué se hace con ese dinero? ¿Cuándo van a rendir cuentas las autoridades de FARQ? ¿Acaso es la Rectoría de la UANL la responsable de estas disposiciones y por lo tanto de la desaparición de recursos como dicen los funcionarios en FARQ? ¿Acaso es solo la incompetencia de las autoridades de la FARQ? Lo único que sabemos, es que los beneficiados no son ni los estudiantes ni los maestros de asignatura.
Comunidad universitaria de las otras facultades, por favor levanten la voz: ¿están ustedes en la misma situación?
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