Colegas maestros de la Facultad de Arquitectura de la UANL denuncian las injusticias y atropellos laborales sobre los profesores de asignatura. Una realidad compartida por un gran número de docentes de la UANL. Desde Tesis 11 hacemos un llamado a la solidaridad y a la acción de la comunidad universitaria para acabar con prácticas laborales injustas en nuestra Universidad. La UANL no podrá ser una institución de alta calidad académica en tanto no se recupere el estatus de los docentes y el prestigio de la enseñanza como profesión.

 

IRREGULARIDAD, ATROPELLO Y ABUSOS EN LOS CONTRATOS DE LOS PROFESORES DE ASIGNATURA DE LA FACULTAD DE ARQUITECTURA DE LA UANL.

Los pueblos a quienes no se hace justicia se la
toman por sí mismos más tarde o más pronto”.
Voltaire

En ocasiones anteriores hemos denunciado la precarización laboral a la que nos encontramos sometidos los profesores de asignatura de la Facultad de Arquitectura de la UANL, pero el contrato para el semestre enero-junio, presentado apenas el día miércoles 2 de febrero de 2022, es una broma de mal gusto y una degradación pública para quienes nos desempeñamos laboralmente como docentes universitarios.

No solo se nos sigue tratando como empleados de menor valor sin derecho a un contrato fijo, aunque impartamos hasta 48 horas clase a la semana y llevemos hasta más de 15 años dedicados a la docencia en dicha facultad, sino que además desde que empezó la pandemia nos han dejado de pagar varias quincenas: en 2020 cuatro semanas, en 2021 fueron seis semanas, mientras que este año 2022 se planean dejar fuera de contrato de nueve a once semanas, dependiendo de la fecha de finalización del segundo contrato del año. Estas semanas no sólo son restadas del sueldo que históricamente recibíamos todo el año como profesores de esta institución (antes del 31 de julio del 2020 se nos pagaban las 52 semanas), sino también han sido restadas de la antigüedad laboral en la UANL, así como en las prestaciones anuales que recibimos. Sin embargo tenemos el salario más bajo por hora en la docencia universitaria de la ciudad, no contamos con estabilidad laboral, ni prestaciones de ley, ni tampoco hemos recibido algún tipo de apoyo para los gastos generados por el trabajo desde casa (computadoras, luz, internet).

Pero la precarización se ha tornado infame en el último contrato, el cual fuimos llamados a firmar 16 días después de iniciado el semestre. Para sorpresa nuestra, éste tiene una vigencia desde el 1 de febrero del 2022 hasta el 30 de junio del mismo año. Lo que significa que, aunque el semestre comenzó el 17 de enero del 2022, no se nos pagará la primera quincena, que ya la trabajamos. Además por si fuera poco también se nos informa que el pago de este contrato saldrá cuando la Rectoría lo apruebe, que según nuestra experiencia equivale a que no tendremos ingresos aproximadamente hasta la primera o segunda quincena de marzo. Según lo especifican los encargados, tras preguntarles acerca del tema, el pago será “compensado” con la última quincena del mes de junio. Más allá de la injusticia y atropello de quedarse con esta quincena por cinco meses y medio, se nos recortarán las semanas en que percibiremos sueldo durante este año, ya que para cuando inicie el siguiente semestre, el 8 de agosto, habremos dejado de percibir el sueldo de 9 semanas, más lo que se acumule para finales de año.

La UANL no tiene empatía con sus profesores de asignatura, pues decide ignorar que nadie va a contratar por solo dos semanas al año a un arquitecto o a un diseñador después de la temporada decembrina y mucho menos si este tiene un compromiso laboral que comienza a mediados de enero, como tampoco será contratado sólo cinco semanas entre julio y agosto para reincorporarse luego al nuevo semestre (esto para no hablar de los horarios quebrados que nos dan, lo cual hace casi imposible alternar la docencia con otro trabajo).

Queremos saber por qué no tenemos derecho a un contrato permanente como muchos de nuestros compañeros si tenemos más de 20 horas clase por semana y más de 5 años de antigüedad, en la mayoría de los casos. También solicitamos que se nos brinde la información directa y oportuna de las decisiones que se toman, pues todos estos cambios han sido “descubiertos” por los compañeros, nunca informados ni explicados por las autoridades correspondientes.

Exigimos que se revierta esta política laboral que transgrede al recurso humano que permite el funcionamiento esencial de esta institución pública, ya que los profesores afectados por esta medida son aquellos con la denominación de asignatura y los que cuentan con una base menor a 15 horas, los cuales representamos más del 60% de los docentes que están frente a los grupos de estudiantes, llevando a cabo la actividad primordial de la institución: “la docencia, investigación, difusión y extensión del conocimiento y la cultura”.

Además, somos en su mayoría los profesores en esta condición precaria, los asignados para llevar a cabo las clases en modalidad presencial, lo cual nos expuso a laborar sin pago durante enero, sin las condiciones de higiene mínimas en las instalaciones, sin el equipo necesario para atender a los estudiantes de ambas modalidades y sin el servicio médico con la cobertura actualizada. Esto trajo como consecuencia un aumento de los contagios de COVID-19 en sus diferentes variantes debido a la negligencia, así como la falta de condiciones y derechos laborales mínimos.

¿Cómo pretenden los funcionarios de la Facultad de Arquitectura, de la Rectoría de la UANL y los de la Secretaría de Educación del Estado de Nuevo León, que impartamos clases en línea o presenciales, sin dinero para cubrir nuestras necesidades básicas, mucho menos para transportarnos o para los servicios que necesitamos para seguir dando clases en línea, ya que no tendremos ingresos hasta marzo? Cabe aclarar que aquellos que firmamos los contratos aún dándonos cuenta de esta arbitrariedad, lo hicimos por necesidad, no porque estemos de acuerdo con estas políticas denigrantes.

En total incongruencia y surrealismo la Auditoría Estatal y Federal no ha podido evitar los desvíos multimillonarios de recursos públicos cometidos por funcionarios de alto nivel, tanto de la rectoría como a nivel facultades, que se siguen enriqueciendo en cada periodo con recursos del erario público, mientras que desde hace año y medio a los profesores de asignatura se les han dejado de pagar ya quince semanas las cuales deberían ser repuestas de forma retroactiva junto con las prestaciones y la antigüedad injustamente eliminada.

Sabemos que no somos pocos los profesores que coincidimos en varios de los puntos aquí expuestos, pero también sabemos (y nos consta) que quienes han cuestionado todas estas situaciones negativas han sido eliminados de la planta docente de la manera más miserable: como nuestros contratos se renuevan cada semestre, a quien quieren fuera simplemente ya no le dan horas de clase en el siguiente semestre. Hoy tenemos miedo de perder nuestra fuente de trabajo si alzamos la voz y damos la cara. ¿Cuánto más tenemos que soportar? Exigimos justicia, dignidad y respeto a nuestras personas y a la labor que realizamos, a pesar de todo, con mucho gusto y compromiso con los estudiantes.