
La UANL: Silencios y ausencias en el momento de un peligro
El silencio guardado ante una injusticia o la amenaza del uso de la violencia es un hecho tan ominoso como el acto mismo. En un clima enrarecido y lleno de incertidumbre, evitar pronunciarse decididamente en respaldo de quienes son objeto de diversas formas de violencia es por lo menos irresponsable.
El intelectual Boaventura De Sousa Santos ha hablado de una Sociología de las ausencias para explicar la forma de interpretación hegemónica de la realidad que deja fuera de su marco de lo existente a una diversidad de sujetos, prácticas y discursos que interpelan críticamente esta comprensión sesgada de la realidad. Un mecanismo de la puesta en práctica de estas ausencias ocurre a través de los silencios que se practican para evitar posicionarse frente a un hecho ominoso cuando dicho posicionamiento no incluye dividendos políticos o podría poner en riesgo relaciones o tejidos de poder establecidos.
Una campaña de terror infodémico
El jueves 10 de marzo de este mismo 2022 desde temprana hora corrió como un reguero de pólvora por preparatorias y facultades de la UANL una campaña de infodemia de mentiras, tergiversaciones e información falsa en cuyo núcleo principal había un solo tema: las amenazas de violencia física y sexual contra las mujeres universitarias, las estudiantes en primer término, pero en sentido raso contra todas las mujeres de la universidad, sobre todo aquellas que ostentaran alguna señal o distintivo (camisa o pañuelo) de afinidad o simpatía por el movimiento de mujeres y el feminismo. Si bien los hechos narrados, videados o puestos en audio y difundidos a través de diversas redes sociales (Facebook y Whattsap principalmente) no se comprobaron como hechos ciertos, el clima de temor e incertidumbre se instaló en las mentes y los corazones de las estudiantes universitarias en los distintos campus de la UANL.
Una profecía autocumplida
Es muy difícil desligar esta campaña de terror machista de las jornadas del 8M y 9M en las que las mujeres salieron fortalecidas en su autoconfianza y organización. Tampoco se puede dejar de lado el pánico moral creado en torno a los hechos del final de la marcha del 8M en que se cometieron acciones directas de destrucción de propiedad pública por parte de un sector de las participantes de la marcha de mujeres. Es en este contexto que la campaña puede entenderse como una reacción patriarcal a esa insubordinación mayúscula de las mujeres al orden masculino.
Por otra parte, la campaña de terror parece tener dos objetivos manifiestos: crear temor, desconfianza, zozobra, y en segundo plano generar un clima en el que la violencia simbólica como fantasía pudiera convertirse en hechos concretos de violencia explícita contra las mujeres. Un castigo ejemplar contra el movimiento de mujeres y el avance de las agendas feministas en el debate público, aunque no en el abatimiento de la violencia feminicida y de género. Quienes diseñaron y ejecutaron la campaña de odio machista en redes en la UANL buscaron tal vez darle un sentido performativo a sus amenazas y detonar una chispa que se encendiera en el pasto seco del clima cultural impregnado por el mandato de masculinidad.
Un silencio ineficaz
Ante la campaña de odio, la UANL emitió dos escuetos comunicados informando de manera fría y objetivista que no se había comprobado que ningún hecho de violencia hubiera ocurrido en instalaciones de la universidad. No había en dichos comunicados mayor información acerca de la naturaleza de los hechos que desmentía la universidad ni del sujeto primordial de las amenazas en redes: las mujeres. De manera fría y pasmosamente rutinaria, la UANL desmentía que los hechos (que no nombraba explícitamente) hubieran ocurrido, y guardaba silencio ensordecedor del contexto y el contenido de los mismos. De esta forma la UANL siguió una tradición anquilosada de abstenerse de pronunciarse explícitamente sobre cuestiones y problemas sociales acuciantes, sobre todo en los casos en que esto podría comprometer a los grupos de poder hegemónico de la universidad y situarlos al lado de un movimiento al que apoyan solo de dientes para afuera pero al que en los hechos consideran peligroso o en el mejor de los casos, irrelevante.
Comprometerse con el movimiento de mujeres obligaría a la UANL a realizar cambios en su estructura y relaciones de poder que subvertirían el orden sociopolítico en ella, lo que no está en los planes de las autoridades universitarias.
Silencio y Peligro
En las tesis sobre filosofía de la historia, Walter Benjamin expresa la importancia de estar alertas en los instantes (momentos históricos) de peligro ante enemigos implacables como el fascismo o la violencia patriarcal. La metáfora puede usarse para hablar del silencio que la UANL ha guardado respecto de la campaña de terror del 10M. Si alguna responsabilidad tienen las autoridades universitarias, es la de tender un manto simbólico protector hacia los miembros de su comunidad cuando estos son expuestos al peligro. La universidad debiera denunciar decididamente la campaña de violencia contra las mujeres en redes sociales, iniciar o pedir que se inicie una investigación para descubrir sus orígenes y enfatizar explícitamente su compromiso con las luchas y los derechos de las mujeres. Solo de esta forma podría evitar que la cabeza de hidra sembrada el pasado 10 de marzo florezca en hechos de violencia pura.
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