El artículo titulado “La fragilidad institucional de la UANL y la ausencia de mecanismos democráticos para llamar a cuentas a la dirección universitaria”, presentado en este portal el 6 de septiembre del corriente año expone cómo las autoridades de la UANL tratan a la comunidad universitaria, como súbditos o ciudadanos con derechos limitados y a discreción de los funcionarios, quienes hace muchos años no han sentido la necesidad de rendir cuentas transparentemente, ni mucho menos, de dar explicaciones por el reciente desvío de más de 700 millones de pesos de recursos públicos del presupuesto. La comunidad universitaria de empleados, este grupo de «súbditos” sin derechos, los cuales si alzan la voz pierden su trabajo, cuestionamos: si existen recursos para ser desviados a las arcas particulares de los funcionarios de rectoría, autoridades de facultades y sus “amigos/familia”, también debería haberlos para:

  1. Generar el pago retroactivo de las semanas eliminadas de los contratos de maestro de asignatura hace varios semestres (varía según la facultad), además de la reinstauración de las mismas en la antigüedad laboral, que es modificada sistemáticamente cada semestre en cada recorte, aprovechando el río revuelto que ha significado la pandemia.
  2. Pagar a todos los profesores las prestaciones de ley, considerando a los eventuales y aquellos cuya base es menor a las 15 horas. El conjunto de profesores con esta circunstancia representa más del 60% de los docentes que están frente a los grupos, llevando a cabo la actividad primordial de la institución: “la docencia, investigación, difusión y extensión del conocimiento y la cultura”.
  3. Reconsiderar la catalogación de profesores de “asignatura” con plaza “eventual[1] a aquellos profesores que imparten desde 20 hasta 48 horas de materias curriculares o “actividades de asesoría académica, consultoría o académico administrativas que le sean asignadas”, tendrían que ser considerados como profesores de medio o tiempo completo. Además, en caso de tener más de cinco años “en actividades de docencia o investigación en la UANL” se tendría que reconsiderar su clasificación, categoría, nivel y rango académico.
  4. Otorgar el nombramiento expedido por el Honorable Consejo Universitario para todos los profesores que impartan por lo menos una materia curricular, independientemente su tipo de plaza actual, y que seamos todos los docentes parte del padrón electoral correspondiente a cada dependencia, junto con los estudiantes, los que elijamos a nuestros directores de escuelas y facultades.

Actualmente los profesores de plaza eventual carecen de afiliación sindical, aunque debido al porcentaje de población que representan podrían organizarse en un nuevo sindicato dentro de la UANL que defienda sus derechos, establezca un contrato colectivo de trabajo con condiciones favorables a sus agremiados e incluso invite a los profesores con base menor a 15 horas a unirse con ellos, ya que en la actualidad el STUANL no ha logrado obtener para ellos las prestaciones básicas.

Tal vez a nosotros, los “súbditos” olvidados, nos llegó el momento de homenajear a los universitarios que en 1971 llevaron a la UANL a una huelga general para exigir democratizar las elecciones de directores de carrera y de rector. Ya es justo que seamos TODA la comunidad universitaria (profesores y estudiantes) quienes lo hagamos, no solamente de manera electiva sino también comenzar una democratización participativa en la institución. Así como en ese entonces, volver a exigir los derechos laborales de los que carecemos la mayor parte de los profesores, solicitando un mayor presupuesto en cada año fiscal, pero sobre todo transparentando las cuentas públicas que son repartidas por los funcionarios de la UANL, antes de llegar a las cuentas de nómina de sus profesores.

Estamos hartos de ser los súbditos en la UANL. Queremos ser docentes tratados con dignidad y con justicia laboral. Ni más ni menos.

 

[1] Se encontraron más del 35% de los maestros con plaza “eventual”, donde existen casos de profesores que llevan dando clases por más de 20 años en las facultades de la UANL. Pero todavía no son dignos de una plaza permanente, ni un nombramiento, para elegir y ser elegidos, como en las democracias.