En el contexto del confinamiento por la pandemia COVID-19 del 2020 y 2021 la UANL, específicamente la Facultad de Arquitectura, sin previo aviso dejó de pagar a sus profesores de asignatura el mes de agosto del 2020 y la segunda quincena de enero 2021, sumando seis semanas en total, mientras se les hacía tomar una “capacitación” obligatoria en parte del mes de agosto de 2020, que más parecía el diseño de una asignatura virtual, trabajo por el que otras instituciones académicas de la ciudad sí pagan. Cabe aclarar que este “diplomado” con duración de 4 semanas requería una carga horaria de aproximadamente 15 horas semanales sin goce de sueldo debido a la falta de inclusión de este mes dentro de los contratos del 2020.

Además de no cobrar en esas seis semanas un sueldo, los profesores de asignatura vieron disminuidas seis semanas su antigüedad laboral, ya que fue corrida su fecha de ingreso ese mismo lapso de tiempo en sus datos laborales del expediente único del SIASE (Sistema Integral para la Administración de los Servicios Educativos de la UANL). Nuevamente sin previo aviso, ese dato apareció actualizado también en el contrato del semestre agosto 2020-enero 2021 y febrero-junio 2021, este último tiene como fecha de finalización el 30 de junio, lo que permite suponer que el mes de julio de este año quedará fuera de contrato, ya que el próximo semestre comienza el 2 de agosto, por lo tanto, sin goce de sueldo y con la disminución de la antigüedad respectiva. Bajo esta lógica, en el lapso de nueve años estos empleados perderán un año y dos semanas de antigüedad.

La anterior situación fue la gota que derramó el vaso. Además de no ser informados a través de ningún medio directo ni oficial a los profesores afectados acerca de los cambios en sus contratos, las razones por las cuales se llevaron a cabo estas medidas, así como tampoco el tiempo que durarán, se evidenció una vez más la precarización laboral de los profesores de asignatura de la Facultad de Arquitectura de la UANL, la cual se puede apreciar en las siguientes situaciones:

  1. Pago por hora de menos de $80 pesos, con grupos prácticos que pueden llegar a los 20 alumnos y teóricos hasta 65. Sin pago por descarga académica, ni tiempo para la preparación de las clases, ni por investigación, ni por trabajo académico del docente.
  2. Ausencia de subsidios o apoyos reales para las clases virtuales y el teletrabajo, pese a que el Gobierno Nacional decretó el 11/01/2021 en el Diario Oficial de la Federación (DOF), la reforma del artículo 311, capítulo XII Bis de la ley Federal del Trabajo, en materia de teletrabajo; donde expone que los contratos deben especificar las características del trabajo (teletrabajo) y en el artículo 330-E, se aclara que el empleador debe proporcionar los equipos y mantenimientos necesarios para dicha modalidad y correr con los gastos proporcionales del servicio de telecomunicación y electricidad.
  3. Profesores con hasta más de dos décadas de antigüedad que todavía no poseen base, planta o planta de tiempo completo, lo que significa que estos profesores son recontratados cada semestre sin generar antigüedad efectiva, sin derecho a pensión, sin prestaciones de ley ni estabilidad laboral.
  4. Profesores con hasta 48 horas por semana impartiendo cátedra sin contrato permanente, situación que evidencia que trabajan “tiempo completo” para la facultad y que pese a eso no son considerados “personal académico de tiempo completo” (Leyes y Reglamentos de la Universidad Autónoma de Nuevo León | Reglamento del Personal Académico, Capítulo II, Art. 17, II, pág. 4). Sumado a lo anterior, cabe explicar que muchas universidades solo permiten que los profesores de asignatura tengan entre 12-19 horas semanales, ya que una vez superan esta cantidad pasan a un cambio de contrato laboral que implica ser un trabajador estable de medio tiempo o de tiempo completo. Vale preguntarse aquí: ¿qué calidad puede un maestro dar a sus clases si tiene que impartir tantas horas a la semana? Respuesta: escasísima, pues no le queda tiempo para prepararse ni mejorar su desempeño. Un maestro que ha tenido que aceptar tantas horas-clase está tratando de mantenerse a flote en un marco personal donde la constante es su riesgo de naufragar.
  5. Inestabilidad laboral, bajo salario sin prestaciones de ley y horarios dispersos, situación que obliga a muchos de los profesores a tener dos o tres trabajos para solventar sus gastos mensuales, si el horario se los permite, ya que no se realiza una planeación del horario consensuada y pueden llegar a tener espacios entre clases de hasta 5 horas.
  6. Pérdida de meses o años de antigüedad una vez que se cambia de clasificación (asociado o titular) o dedicación a las labores académicas (medio tiempo, tiempo completo o tiempo exclusivo), ya que a la antigüedad real deberá renunciar el profesor de asignatura para poder ser empleado “fijo”.

La grave situación se agudiza más con incongruencias e irregularidades de la institución, la cual es una entidad sin ánimo de lucro, que se jacta de buscar una “educación de calidad para transformar y trascender en beneficio de la humanidad”, pero que no puede sensibilizarse ante las circunstancias generadas por la pandemia a sus profesores de asignatura, que en muchos casos perdieron sus otros trabajos, o que por ser docentes de “tiempo completo” es su único ingreso, empatía que sí pudieron tener algunas otras instituciones privadas. Sumado a la anterior, el presupuesto del 2020 ya había sido aprobado el año anterior, y las fechas de semestre fueron modificadas por el área administrativa de la universidad, no por requerimiento de los profesores. Se sabe que una de las razones por las que se tardaron en reiniciar las clases virtuales en el primer semestre del 2020 fue porque la mayoría de los profesores de asignatura y estudiantes no tenían asignado correo institucional y sin esos no podían acceder al Teams (plataforma digital que usa la UANL para dar clases desde que migró a la modalidad remota por el confinamiento presentado con la pandemia del COVID-19). Por esta situación y decisiones que desconocen los profesores, los contratos del segundo semestre fueron aplazados para iniciar en septiembre, razón por la cual los maestros no tuvieron pago en el mes de agosto de 2020. Además, el semestre fue recortado de 16 a 12 semanas de clase, pero se debieron enseñar los mismos contenidos y a los alumnos no se les hizo ningún tipo de descuento en sus cuotas de pago por ese recorte. En el primer semestre del 2021 también se hizo un recorte del semestre a 14 semanas, pero nuevamente bajo las mismas condiciones y sin previo aviso.

Otro tema que queda por tratar es la falta de puntualidad en los pagos de algunos profesores, los cuales en los últimos semestres han salido tristemente “sorteados” de manera que no reciben su sueldo hasta finales de semestre (eso para no hablar de las irregularidades académicas y administrativas que esa mala práctica conlleva). Los docentes que han denunciado la situación se encuentran atemorizados y no quieren que sus nombres figuren, ya que a algunos de los compañeros que han expuesto este tipo de irregularidades en redes sociales no les asignaron materias el siguiente semestre, por lo tanto, han quedado sin dicho trabajo, solo por exponer la realidad que viven como profesores de asignatura en esta facultad.

Todo lo dicho solo evidencia la poca relevancia que tienen los docentes en la estructura de la educación universitaria (al menos en la Facultad de Arquitectura), pues se les trata como accesorios que no han merecido ni siquiera la consideración de ser consultados y/o notificados en tiempo y forma sobre las decisiones que se toman y les afectan, para ya no hablar de que, en su gran mayoría, carecen de voz y voto. En otras palabras, la opinión de más de la mitad de la planta docente está oficialmente nulificada.

Es triste ver cómo tras más de 50 años de autonomía universitaria de la UANL, esta se usa más para beneficios individuales de unos pocos, que para mejorar la calidad educativa de la universidad pública más grande del norte de México, la tercera más grande del país y que además no se pueda ofrecer un trabajo estable y con contrataciones dignas y transparentes a los maestros que se encuentran preparando los futuros profesionistas de la nación.